Durante su participación en la plenaria del G7, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, hizo un firme llamado a proteger los derechos de los migrantes, en especial de las y los mexicanos que viven y trabajan en el extranjero. Ante líderes de las principales potencias mundiales, Sheinbaum subrayó que la migración no es una amenaza, sino una consecuencia de desigualdades históricas que deben atenderse con justicia y cooperación.
“Los migrantes no son enemigos, son seres humanos que buscan oportunidades. Su dignidad debe estar por encima de cualquier frontera”, afirmó.
Su intervención se centró en la necesidad de construir un nuevo enfoque global sobre la movilidad humana, alejado de la criminalización y más cercano a los principios de solidaridad y respeto. La Presidenta también enfatizó que México seguirá defendiendo a sus connacionales con firmeza, desde los consulados hasta los foros multilaterales.
Mientras otros optaron por el silencio o el repliegue, Sheinbaum puso sobre la mesa un tema incómodo, pero urgente. Y lo hizo con claridad: la migración es una realidad global que exige responsabilidad compartida.